CÓMO NOS ALUMBRÁBAMOS
Hasta el año 1971 no llegó la luz
eléctrica al Poblado de Mazagón (a las casas, a las chozas no llegó nunca).
En la Casa Forestal sí que podían
alumbrarse con electricidad generada por un motor de camión reciclado para
bombear el agua desde el pozo a los depósitos del Poblado y que se aprovechaba
para esta doble función.
En las primeras chozas asentadas en
la Majada de Galán, actual zona recreativa frente a la Casa Forestal y Parador
de Turismo, se alumbraban mediante candiles de aceite, fundamentalmente y
quinqués de petróleo. Estos últimos tuvieron poco éxito por la dificultad de
adquirir el combustible.
Pero rápidamente, tal vez por
influencia de la gente procedente de las minas, se popularizó la lámpara de
acetileno o carburo como allí se denominaba. Es la que más se utilizaba hasta
la llegada del gas butano.
Era frecuente al atardecer, ver a
las personas preparando su lámpara, quitando las cenizas de la noche anterior y
poniendo nuevas piedras de carburo para tener luz durante la noche que se
avecinaba.
La lámpara de acetileno consta de
dos depósitos, uno superior para poner agua y otro inferior donde se colocan
las piedras de carburo de calcio. Al caer las gotas de agua, administradas por
un regulador en las piedras, se forma un gas llamado acetileno que asciende
por un tubo a una boquilla que al contacto con una llama, se prende. La llama
es más o menos grande según la cantidad de agua que cae en las piedras.
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