CAMARINA (Corema album)
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Foto cedida por: Montemayor Gómez Hernández |
De los que nos criamos en el Poblado Forestal de Mazagón, ¿quién
no recuerda haber salido las tardes de verano a comer o recolectar camarinas a
los médanos? Esas perlas blancas que explotaban en la boca con un sabor
agridulce y en muchas ocasiones aplacaban nuestra sed. Eran las golosinas que
nos regalaba la naturaleza.
Es una planta perenne, endémica de la costa atlántica
ibérica, de Cádiz a Galicia, que puede llegar a alcanzar hasta 1 m. de altura
pero que habitualmente suele tener entre 30 y 70 cm.
Las hojas son de color verde oscuro, como agujas de unos 6 a
10 mm.
Las flores, sea la planta masculina o femenina, son rojas, y
se agrupan en cabezas terminales.
Los frutos son pequeñas bayas de color blanco, parecidas a
perlas, de sabor ácido y de unos 6 a 8 mm. de diámetro.
Crece en las dunas fijas o semifijas de la playa, o formando
parte del sotobosque del dunar plantado de pinos, o incluso en pinares algo
alejados de las orillas, pues es una planta capaz de regular su contenido de
agua mediante el control de la transpiración.
En el ámbito internacional, está catalogada por la Unión
Mundial para la Conservación entre las especies en peligro crítico de
extinción.
LEYENDA:
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Foto cedida por: Montemayor Gómez Hernández |
Cuenta la leyenda que el rey Dionisio I de Portugal era muy mujeriego.
Su esposa, Isabel de Portugal, sabiendo que había acudido a una de sus citas
amorosas, lo siguió y lo encontró con una amante en un pinar.
Al ver esto, los ojos de la reina dejaron caer unas lágrimas
cristalinas que se extendieron por todas las matas del pinar, convertidas en
perlas de un blanco tan blanco que volvieron aquel bosque en un lugar de
maravilla.
Desde ese día, las lágrimas de la reina, convertidas en
perlas blancas y agridulces, salen todos los veranos para adornar los pinares
de la orilla del Atlántico.