PASÓ LO QUE PASÓ Y LOS RECUERDOS SE GUARDARON EN NUESTRA MEMORIA
En el año 1940 se declara
el litoral onubense “Comarca de Interés Forestal”. Desde este año hasta 1951
son valoradas y adquiridas por el Estado miles de hectáreas de terreno baldío
de uso comunal y se iniciaron las tareas repobladoras con el fin de aprovechar
al máximo las características del suelo y del clima; para producir y
desarrollar debidamente especies de mayor crecimiento industrial (eucaliptos) y
primar como especie fijadora del terreno el pino piñonero.
Esta actividad necesitó mucha mano de obra, lo que justifica la presencia de muchas familias que hicieron que en el censo de 1945 la población del enclave sufriera un brusco aumento.
Esta actividad necesitó mucha mano de obra, lo que justifica la presencia de muchas familias que hicieron que en el censo de 1945 la población del enclave sufriera un brusco aumento.
El asentamiento inicial de
estas familias se produce en el paraje denominado “Majada de Galán” en condiciones que
los testimonios de la memoria oral califican de insufribles.
En el año 1954 se
inaugura el nuevo poblado situándose en su emplazamiento actual, margen
izquierda del Arroyo “Mazagón”. Las viviendas, tipo “cuartelillo forestal”, se
concretan en 14. La dotación de infraestructura contaba, además, con capilla,
escuela y un horno comunal.

Las chozas solían estar compuestas de dos estancias, una
destinada al hogar y estar y la otra a dormitorio familiar.
En cuanto a las condiciones generales de vida, el poblado no contaba, en principio, con agua corriente por lo que había que extraerla del “Pozo Viejo” situado en el mismo arroyo desde donde había que trasladarla en cántaros y baldes a los hogares a distancias de hasta 800 metros. Posteriormente se construyó el “Pozo Nuevo” y se instaló una motobomba y una red de tuberías que, a través de unos depósitos, abastecía a las casas del poblado y a una única fuente colectiva para la totalidad de las chozas: “El Grifo”.
En cuanto a las condiciones generales de vida, el poblado no contaba, en principio, con agua corriente por lo que había que extraerla del “Pozo Viejo” situado en el mismo arroyo desde donde había que trasladarla en cántaros y baldes a los hogares a distancias de hasta 800 metros. Posteriormente se construyó el “Pozo Nuevo” y se instaló una motobomba y una red de tuberías que, a través de unos depósitos, abastecía a las casas del poblado y a una única fuente colectiva para la totalidad de las chozas: “El Grifo”.

Hasta 1971 no hubo luz eléctrica, siendo el sistema más
usado de iluminación el foco de acetileno o “carburo”. El carbón se usaba
fundamentalmente para guisar y la masa forestal proveniente de la “voleá” o
poda del pino se usaba para el brasero del invierno a partir de fogatas que se
encendían entre varios vecinos: “el borrajo”.
Con la escasa infraestructura de algunos carriles de arena (intransitables en verano) y las pistas forestales (intransitables en invierno), el aislamiento de otras poblaciones fue intenso hasta bien entrada la década de los sesenta. Si a ello se suma la absoluta falta de asistencia sanitaria, acudir al médico por enfermedad o accidente suponía una odisea que se reservaba para casos graves en los que el Patrimonio accedía al uso de vehículos oficiales.
Con la escasa infraestructura de algunos carriles de arena (intransitables en verano) y las pistas forestales (intransitables en invierno), el aislamiento de otras poblaciones fue intenso hasta bien entrada la década de los sesenta. Si a ello se suma la absoluta falta de asistencia sanitaria, acudir al médico por enfermedad o accidente suponía una odisea que se reservaba para casos graves en los que el Patrimonio accedía al uso de vehículos oficiales.

La estrecha convivencia de tantas familias durante tanto tiempo y de procedencia tan diversa, dio lugar a la fusión de modos y costumbres tradicionales que se materializaron en unas formas peculiares de celebración, de cultura y de ocio y que se constituyeron, junto al resto de experiencias laborales y de toda índole, en toda una identidad.
Los antiguos moradores del Poblado y sus descendientes y
afectos, fieles guardadores de un patrimonio cultural y etnológico que ha
marcado sus vidas actuales y que, a pesar de su enorme raigambre en el entorno
de Doñana permanece hoy en el olvido público, emprenden la tarea de
corregir esta circunstancia a través de la creación de una organización de
naturaleza asociativa y sin ánimo de lucro denominada “ASOCIACIÓN POBLADO
FORESTAL DE MAZAGÓN”, entre cuyas finalidades está el poner en valor, a través
de su difusión, el papel de los antiguos moradores del Poblado como anónimos
artífices del espacio natural circundante al que contribuyeron con su trabajo,
esfuerzo y sacrificio en condiciones de extrema precariedad.
Los
hechos transcurren y los historiadores dan cuenta de ellos basándose en
sus fuentes. Nosotros no, nosotros los contamos tal como los recordamos,
por eso el título de esta entrada. Con este blog queremos hacer realidad
esta finalidad. Sean Bienvenidos.
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